Desde hace unos años parece que el término gamificación se ha extendido como la pólvora en el mundo del marketing y, por extensión, en el de la empresa. Sin embargo, si preguntamos aleatoriamente por la calle qué significa este término – acuñado en 2008 -aún hay mucha gente que lo relaciona con los videojuegos, pero no va más allá. Son muchos los que todavía no se imaginan las ventajas que puede aportar la gamificación a una empresa.
La gamificación va estrechamente ligada al proceso de engagement de cualquier marca, es decir, a la fidelización de nuestros usuarios y clientes. De hecho, es una técnica para conseguir aumentar la fidelidad de nuestros usuarios. Si bien es verdad que la gamificación se utiliza, sobre todo, en entornos educativos y de formación, se puede extrapolar al mundo empresarial aportándole numerosas ventajas. Sin embargo, para implementarla en cualquier estrategia de marketing, con el objetivo de aumentar la fidelización de nuestros clientes, antes debemos entender qué es y en qué consiste esta técnica.
¿Qué es la gamificación o ludificación?
El término es el mismo – el primero es el acuñado en Reino Unido, mientras el segundo sería la traducción que se le da en Español – y podemos llamarlo como mejor nos parezca. En definitiva, la gamificación es una técnica mediante la que se aplican mecánicas y elementos propios de los juegos a procesos, entornos y aplicaciones que no tienen nada de lúdico.
Tenemos que pensar que en plena era 2.0 y viajando ya hacia el futuro de la 3.0, se han generado – se están generando – nuevas tecnologías que han cambiado nuestra realidad y la sociedad en la que vivimos. Surgen nuevas formas de interactuar y triunfan las comunidades, las redes sociales y la movilidad por todas partes. Sin embargo, aunque todas las empresas quieren unirse al Boom social y utilizarlo como un beneficio, son muchos los que aún no se han percatado que todo el panorama del Social Media, aporta mucho más valor que el de simple altavoz de nuestros mensajes empresariales. Incluso, va más allá de generar ingresos mediante nuevos canales.
Todo lo relacionado con el Social Media crea una nueva forma de comunicarnos con nuestros usuarios y clientes, de llamar la atención sobre nuestra marca, aporta la posibilidad de explicarnos y de escuchar lo que otros tienen que decir sobre nosotros, siempre pensando en mejorar. Nos da la oportunidad de conocer en profundidad el perfil de nuestro cliente de primera mano, analizar sus gustos y necesidades, relacionarnos con él y mostrarle nuestros productos y servicios adaptados a lo que demanda. Y lo más importante de todo, no da la posibilidad de fidelizar a nuestro público.
Así, la gamificación, funciona en este sentido. En una situación en la que el público está saturado de información surge un método por el cual podemos enviar mensajes de forma amena, divertida, entretenida y diferente, pero además, permite que nuestro usuario interactue con nuestra marca y se quede con ella en la memoria.
¿En qué consiste la gamificación?
Como ya hemos explicado, la gamificación es es una técnica mediante la que se aplican mecánicas y elementos de los juegos a entornos y aplicaciones no lúdicos. Esto es algo que ya se venía haciendo en las conocidas como «convivencias», que algunas grandes empresas llevaban a cabo con sus trabajadores. En muchos casos, se dieron cuenta de que implementar mecánicas lúdicas en ambientes de trabajo, suponía un aumento de la confianza entre las personas de un mismo grupo, los enseñaba a trabajar en equipo o servía como forma de plantear soluciones alternativas a determinados problemas, entre otras muchas aplicaciones.
Como todos los juegos, la gamificación tiene que tener presente determinados aspectos o mecánicas que atienden al objetivo de atraer la atención de los usuarios sobre dicho juego. En otras palabras, un juego debe dar respuesta a los deseos y necesidades fundamentales de la persona que juega. Además, estas necesidades son universales y atemporales. Sin embargo, ¿cuáles son estos deseos y necesidades? Los desarrolladores de juegos tienen muy claros estos principios básicos a la hora de desarrollar sus productos, por lo que, si nosotros queremos desarrollar un juego con el objetivo de fidelizar a nuestro clientes, también debemos tenerlos en cuenta:
- Deseo de recompensa o de logro: muchos usuarios acceden a los juegos en busca de premios. Por ejemplo, en el caso de los videojuegos actuales, los logros se desbloquean realizando determinadas acciones dentro del juego. Si extrapolamos esto a un juego desarrollado por una empresa, estas recompensas pueden traducirse en descuentos en la tienda o en regalos.
- Deseo de estatus o de competición: el reconocimiento es importantísimo para determinadas personas y no faltan aquellos que son extremadamente competitivos. Atendiendo a este tipo de deseos, pueden desarrollarse juegos de competencia, sobre todo, relacionados con el ámbito interno de la empresa.
- Deseo de expresión: una de las principales necesidades del ser humano desde que se conoce su existencia es el deseo de expresarse. Aunque se trate de personas poco creativas, todos nosotros tenemos mucho que decir y mucho que aportar. Por este motivo, los juegos de desafíos, así como otros en los que prima el desarrollo de un pensamiento más creativo e ingenioso, permiten desarrollar y dar a conocer determinadas actitudes de los jugadores que, de otra forma, continuarían siendo desconocidos. Se trata de un buen sistema para descubrir aptitudes ocultas en equipos de trabajo.
- Deseo de altruísmo: en ocasiones el jugador no persigue un beneficio propio, sino el bien común. Si mediante un juego ese jugador consigue un logro que beneficia a todos, su recompensa será el simple hecho de haberlo logrado y ver que los demás han conseguido lo que deseaban.
Ahora bien, de estos cuatro puntos se desprenden las técnicas que los desarrolladores de juegos utilizan para otorgar «recompensas» que atienden a estas necesidades básicas de los jugadores:
- Puntos y clasificaciones: Atienden los deseos de estatus y competición, pero también pueden atender al de recompensa y logro si los puntos son canjeables por cupones descuentos o premios materiales. Lo mismo sucede con la clasificación, en la que los jugadores con los primeros puestos obtendrán determinadas recompensas.
- Niveles: atiende al deseo de competición. El superar determinados niveles corresponde a una necesidad de superarse a sí mismo y demostrar valor. Desbloquear nuevos niveles puede otorgar otro tipo de recompensas.
- Premios y bienes virtuales: atiende sobre todo al deseo de logro y recompensa, por el jugador desea conseguir algo mediante el juego. Puede tratarse de premios físisicos o premios virtuales (dentro del propio juego).
- Desafíos: atienden tanto al deseo de expresión como al altruísta y desarrollan, así como dan a conocer, determinadas aptitudes de los jugadores.
En definitiva, la gamificación, consiste en extrapolar todas las mecánicas, elementos y técnicas de un juego con diversos objetivos:
- Transmitir determinados mensajes formativos, informativos o educativos
- Averiguar capacidades desconocidas en los jugadores
- Observar los métodos de resolución a diversos problemas
- Fomentar la colaboración, la confianza y la competencia sana
- Fidelizar a los usuarios
¿Cómo implemento la gamificación en mi empresa?
Llegados a este punto debemos distinguir el objetivo que queremos perseguir:
- Quiero fidelizar a mis usuarios, conseguir que recuerden mi marca.
- Quiero fomentar un buen ambiente interno, que mis trabajadores confíen los unos en los otros y comprendan la importancia del trabajo en equipo.
En función del objetivo que persigamos, deberíamos llevar a cabo unas acciones u otras y proponer diferentes tipos de juegos.
1. Quiero fidelizar a mis usuarios
Si tu objetivo final es el de fidelizar a los usuarios de tus productos o a tus clientes, entonces te tocará pensar en generar juegos que respondan a dicha finalidad.
Lo primero que se nos viene a la mente cuando pensamos en un juego es, muy probablemente, una aplicación que descargar en nuestro smartphone y con la que nuestros usuarios puedan interactuar.
Como ya hemos comentado antes, la dinámica de estos juegos debería estar centrada en la transmisión de un mensaje (relativo a nuestra marca) y la obtención de recompensas (descuentos o regalos).
Teniendo clara la dinámica, ahora deberíamos darle forma a ese juego. Podemos hacer una inversión para desarrollar una aplicación compatible con smartphones y tablets, pero también podemos generar juegos más simples y alojarlos en nuestra página web. Lo importante es ser creativos, que nuestro juego llame la atención de los usuarios y que quieran participar para obtener las recompensas.
2. Quiero fomentar un buen ambiente interno
En el caso de que tu objetivo sea el de contribuir a un mejor ambiente de trabajo, así como fomentar la competencia sana entre tus trabajadores, el trabajo en equipo o averiguar cómo resuelven determinados problemas, entonces el juego o los juegos, deben centrarse en una dinámica de desafíos, competitividad y premios.
Una aburrida reunión de trabajo puede convertirse en una animada y dinámica forma de resolver determinados problemas, mediante un juego de desafíos. Gracias a un juego (que no tiene porqué tratarse de un juego de tablero, ni de un programa instalado en un pc) podemos observar cómo nuestro equipo expone diferentes puntos de vista para resolver un mismo problema, cómo determinadas personas demuestran aptitudes que desconocíamos y se fomenta un acercamiento por parte de todo el equipo. Por ejemplo, los juegos de rol (o de roles), son muy acertados para obtener todos estas estas ventajas.
En definitiva, la gamificación es algo que se ha estado utilizando siempre, en mayor o menor media, en el ámbito empresarial, así como en otros sectores, pero gracias a la aparición de nuevas tecnologías y fomentado por ellas, está teniendo una mayor expansión. Si bien es cierto que las dinámicas que aplicaban procesos lúdicos a situaciones en las que los juegos no encajaban han existido siempre, la tecnología ha fomentado su crecimiento y su expansión. No solo al nivel de generar aplicaciones o juegos online, sino como proceso para dar respuesta a determinados progresos tecnológicos que han supuesto verdaderos quebraderos de cabeza para muchas empresas.
Si planteamos un problema que nos trae de cabeza de forma seria, sobria y aburrida, en el mejor de los casos obtendremos respuestas aceleradas, poco meditadas y, a menudo, fruto del cansancio y de muchas noches en vela. Lo más sencillo es que perdamos el interés del equipo, que se genere disgregación entre los miembros y que muchos se callen lo que piensan. Por el contrario, si la reunión ante un problema complejo se plantea de forma dinámica y participativa, promoveremos un ambiente de trabajo totalmente diferente, en el que el equipo se volcará en aportar soluciones.