Cuando hablamos de coworking a menudo pensamos en grandes salas abiertas donde conviven autónomos, freelances y emprendedores con pequeños proyectos de emprendimiento. Sin embargo, los nuevos modelos de trabajo, y especialmente la pandemia, han hecho que muchas pequeñas y medianas empresas se replanteen sus necesidades respecto a las oficinas físicas y la distribución de sus metros cuadrados, y muchas han empezado a interesarse por estos espacios compartidos. Tanto es así que las pymes suponen ya el 40 % de la demanda de los coworking. Pero, ¿qué beneficios les pueden aportar y cómo dan respuesta a sus necesidades actuales?
Una de las ventajas de formar parte de la comunidad de un coworking es la posibilidad de captar talento. Tras la eclosión del teletrabajo, una vez superada la situación de pandemia, muchas empresas se han encontrado con que los empleados no quieren regresar a la presencialidad tal y como antes se entendía, y ese sistema de trabajo tradicional no resulta atractivo para reclutar a nuevos profesionales. Es cierto que un modelo en el que la plantilla trabaja solo en remoto puede afectar al desarrollo del equipo y la creación de vínculos relacionales. Por eso, el coworking puede ser la ecuación perfecta para acoger un sistema híbrido que combine los aspectos positivos de ambos modelos de trabajo, y ayuda a las empresas a atraer talento.
Trabajar en una oficina compartida aporta un valor añadido a los empleados desde el punto de vista profesional, y además, suelen ser espacios atractivos, tanto por su ubicación en lugares a menudo céntricos y bien comunicados, como por el tratamiento del propio espacio y las comodidades que ofrecen a los usuarios.
Flexibilidad e inspiración
Otro de los beneficios para la pyme es que puede ocupar el espacio que realmente necesita, más grande o más pequeño, e ir modificándolo si así lo requiere más adelante porque crece o se reduce el equipo. Puede disponer de puestos flexibles para aquellos empleados que no necesitan acudir cada día a la oficina de forma presencial, y contar con salas de reuniones para encuentros puntuales donde hace falta contar con un aforo mayor. Cuenta con todos los servicios de una oficina tradicional (wifi, agua, luz, seguros, limpieza, etc.) sin tener que preocuparse de su gestión. Y además, el hecho de que estos servicios sean compartidos supone una reducción de costes.
Por otro lado, los entornos compartidos brindan a las pymes la oportunidad de formar parte de una comunidad que acompaña, inspira e impulsa. Esto va más allá de compartir un evento de networking de vez en cuando o de charlar tomando un café con otro miembro de la comunidad. Implica unirse a un grupo de profesionales y empresas que comparten un propósito común, espíritu de colaboración, apoyo mutuo y crecimiento conjunto. Es un espacio donde las ideas fluyen libremente, se fomentan las sinergias y se busca activamente el beneficio de todas las organizaciones que la conforman.
Este sentimiento de pertenencia y colaboración puede ser tremendamente inspirador y fortalecedor para cualquier negocio, se encuentre en el momento que sea. Además, formar parte de una comunidad permite acceder a programas de capacitación, talleres y eventos de networking que brindan a las pymes la oportunidad de ampliar sus habilidades y adquirir conocimientos esenciales para su negocio.
Oportunidades y retos
Al trabajar junto a profesionales de diferentes industrias y con diversas habilidades, se crea un caldo de cultivo ideal para la innovación y el intercambio de ideas, y se abren puertas a colaboraciones estratégicas y nuevas sinergias comerciales. La comunidad actúa como una palanca para el crecimiento y el aprendizaje constante, como un ecosistema empresarial en el que las pymes pueden encontrar socios potenciales, clientes, proveedores o incluso inversores. Estas oportunidades de negocio pueden ser difíciles de encontrar en entornos aislados, pero en una comunidad de coworking las conexiones se vuelven más accesibles y la posibilidad de expandir la red de contactos se amplía considerablemente. Y también se hace posible hacer frente a nuevos retos y desafíos empresariales.
Uno de los retos a los que actualmente se enfrentan las pymes es el de contribuir al desarrollo sostenible, aportando un impacto positivo a la sociedad y el planeta. La sostenibilidad ha tomado protagonismo en muchas de las decisiones del día a día de los negocios, y formar parte de una comunidad puede ayudar considerablemente a enfrentar estos nuevos retos. Así, la elección de determinados espacios que utilizan fuentes de energía renovables y cuentan con certificaciones de sostenibilidad, como la Cero CO2 de compensación de emisiones, minimiza el impacto ambiental de los proyectos y empresas que se instalan en ellos. Esto puede ayudarles a obtener certificaciones como B Corp, que reconoce a empresas que cumplen con altos estándares de desempeño social y ambiental, transparencia pública y responsabilidad legal.
Numerosas historias que ocurren cada día lo confirman: formar parte de una comunidad de coworking puede ser un poderoso impulso para el crecimiento y el éxito de una pyme. Y las pymes, como actores clave en la economía, tienen el potencial de generar un impacto significativo. Su capacidad para impulsar la innovación, adoptar tecnologías limpias, promover la equidad social y utilizar recursos de manera responsable es fundamental para lograr una transición hacia un futuro más sostenible. Y no hay mejor manera de generar impacto que estando acompañado por organizaciones que en su día a día hacen frente a los mismos retos.
Clara Calvo
Community development manager de Impact Hub Madrid