Las pymes españolas, aunque son la columna vertebral de nuestra economía, se enfrentan a una desventaja competitiva en términos de tamaño. Con una media de tan solo 4,8 empleados, están significativamente por debajo de la media europea de 5,9. Esta realidad, reflejada en el último informe de CEPYME, pone de manifiesto la necesidad de diseñar políticas públicas específicas para fomentar el crecimiento de nuestras empresas. Medidas como facilitar el acceso a financiación, simplificar trámites burocráticos y promover la colaboración entre empresas se vuelven cruciales para impulsar el desarrollo económico del país.
España presenta un déficit en cuanto al tamaño de sus empresas medianas. Mientras que la media europea cuenta con 24.735 empresas de este tipo, nuestro país se queda por debajo con 18.123. Esto significa que el tejido empresarial español necesita un crecimiento del 36 % para alcanzar los estándares europeos.
El reducido tamaño de las empresas españolas tiene un impacto directo en la economía nacional. Salarios más bajos, menor capacidad de inversión en I+D+i y dificultades para acceder a financiación limitan el crecimiento económico y la generación de empleo de calidad. Además, la menor capacidad para exportar y competir en mercados globales reduce la visibilidad de nuestros productos y servicios a nivel internacional. En definitiva, un tejido empresarial más pequeño implica una menor productividad y competitividad a largo plazo.
CEPYME destaca que el menor tamaño de las empresas españolas hace que su productividad sea más baja. Así, las ventas por ocupado de las empresas españolas (329,3 euros/ocupado), medidas en euros de un mismo poder adquisitivo en todos los países. Las mayores brechas se registran con relación a Irlanda (788,7 euros/ ocupado), Bélgica (592,4 euros/ocupado) y Dinamarca (485,5 euros/ocupado). La media de los países europeos analizados es de 362,2, un 10 % más que en nuestro país.