Las pequeñas y medianas empresas se enfrentan a un nuevo desafío en 2025: la combinación del aumento de precios en los equipos informáticos por la imposición de aranceles en Estados Unidos y el fin del soporte de Windows 10 en octubre de este año. Según los últimos datos de Canalys, los envíos mundiales de ordenadores crecieron un 9,4 % en el primer trimestre del año, hasta alcanzar los 62,7 millones de unidades. Un crecimiento motivado, no tanto por un aumento de la demanda final, sino por la necesidad de fabricantes y distribuidores de adelantarse al impacto económico de los nuevos aranceles impulsados por la administración Trump.
En concreto, los portátiles y estaciones de trabajo móviles sumaron 49,4 millones de unidades (+10 % interanual), mientras que los ordenadores de sobremesa y estaciones fijas alcanzaron los 13,3 millones (+8 %). Fabricantes como Lenovo y HP aumentaron sus envíos a Estados Unidos en torno a un 20 % y un 13 %, respectivamente, como estrategia preventiva para mitigar los posibles costes derivados de la nueva política comercial.
Impacto directo sobre las pymes
Aunque este repunte puede parecer positivo a primera vista, las consecuencias para las pymes podrían ser significativas. A medida que se agote el stock acumulado y entren en vigor nuevas rondas de aranceles, se espera una subida generalizada de precios que afectará especialmente al canal minorista y al segmento empresarial más sensible al coste: las pequeñas y medianas empresas.
Además, muchas pymes aún no han iniciado su transición tecnológica para abandonar Windows 10, sistema operativo que dejará de recibir soporte por parte de Microsoft en octubre de 2025. Una encuesta reciente de Canalys muestra que un 14 % de los socios del canal afirma que sus clientes pymes ni siquiera son conscientes de esta fecha crítica, y un 21 % reconoce que, pese a conocerla, no han iniciado planes de actualización.
“Para estos clientes, el retraso en la planificación implica que probablemente se encontrarán con un entorno de costes más elevados cuando finalmente se decidan a renovar su parque informático”, explicó Ishan Dutt, analista principal de Canalys.
El problema no es solo el sobrecoste de adquirir nuevos equipos. Las pymes deben lidiar con una mayor presión presupuestaria en un contexto de inflación generalizada, en el que otras partidas de gasto (desde la energía hasta los servicios de software o conectividad) también están subiendo. Esto obligará a muchas empresas a priorizar y posiblemente retrasar inversiones clave para su digitalización.
Además, en el caso de no renovar los equipos a tiempo, podrían enfrentarse a riesgos de ciberseguridad y problemas de compatibilidad con nuevas aplicaciones, lo que afectaría tanto a la eficiencia operativa como a la competitividad del negocio.
¿Qué pueden hacer las pymes?
Desde el sector se recomienda actuar con previsión: revisar el inventario actual, definir una hoja de ruta para la transición a Windows 11 o alternativas compatibles, y consultar con distribuidores y partners tecnológicos las mejores opciones de financiación o leasing antes de que los precios suban más.
Por su parte, los fabricantes han comenzado a reubicar su producción fuera de China hacia países como Vietnam, Tailandia o India, para reducir la exposición a futuros aranceles. HP, por ejemplo, ha anunciado que el 90% de los productos que venderá en EE. UU. a finales de este año ya no se fabricarán en China. Sin embargo, esta transición no será inmediata, y los beneficios para el consumidor podrían tardar en notarse.