Según el II informe de Hiscox España sobre pymes y autónomos, el 59,1 % de estas empresas ya ha implementado la factura electrónica, mientras que un 40,3 % aún no lo ha hecho. El estudio refleja cómo la adopción de esta herramienta digital sigue creciendo, aunque con diferencias significativas según el tamaño de la empresa y el sector de actividad.
En términos de tamaño, las microempresas sin asalariados presentan la menor adopción, con solo un 34,3 % de implementación. En cambio, las pymes de mayor tamaño registran un 62,7 %, mostrando que las empresas con más recursos y estructura organizativa tienden a avanzar más rápidamente hacia la digitalización de sus procesos. Entre las microempresas de 1 a 9 empleados, el porcentaje de adopción se sitúa en un 46,4 %, mientras que el resto de microempresas alcanza el 53 %.
Por sectores, la industria lidera la adopción de la factura electrónica con un 52,5 %, seguida por las pymes de todos los sectores en conjunto con un 60,1 %. El comercio, por su parte, muestra un nivel más bajo de implementación, con un 39,9 %, lo que pone de relieve que ciertos sectores todavía avanzan de manera más lenta en la digitalización administrativa.
El informe de Hiscox subraya que la factura electrónica no solo simplifica los procesos administrativos, sino que también permite una mayor trazabilidad y control financiero, así como el cumplimiento de las obligaciones fiscales. Para las pymes y autónomos, especialmente los de menor tamaño, esta herramienta representa una oportunidad de modernizar sus operaciones y mejorar su competitividad.
A pesar del progreso, el hecho de que casi cuatro de cada diez empresas aún no hayan adoptado la factura electrónica indica que quedan barreras por superar, que incluyen falta de conocimiento, costes de implementación y resistencia al cambio en los procesos internos.
Los expertos recomiendan impulsar la formación digital, simplificar los procedimientos de adopción y promover incentivos fiscales para que la transición hacia la facturación electrónica sea más rápida y efectiva, especialmente entre las microempresas y el comercio, donde la implantación aún es más limitada.







