Si bien no cabe ninguna duda de que la franquicia es uno de los sistemas de comercio que más ventajas y valores añadidos aporta a aquellas personas que quieren poner en marcha un negocio, evidentemente esta fórmula de colaboración empresarial también puede presentar alguna que otra dificultad.
No obstante, si la relación entre franquiciador y franquiciado se basa en lo que es la esencia de la franquicia, es decir, en mantener un diálogo permanente y fluido, apoyos por parte de la central, formación inicial y continua, búsqueda y aportación de ideas para lograr mejoras comunes, y definición y puesta en práctica de estrategias que beneficien a ambos empresarios, no habrá ninguna dificultad durante todo el periodo que dure el contrato, y si surgiese alguna, en este clima de entendimiento mutuo acabaría superándose.
A su vez, las dificultades que pueden llegar a producirse en el mundo de la franquicia suelen ser comunes y, por otra parte, fácilmente evitables si desde el principio se sientan las bases de una relación empresarial basada en la transparencia y en tener muy claro que hay que remar en la misma dirección, para el beneficio de ambas partes.
Factores a tener en cuenta
Pese a todo, hay factores que pueden llegar a provocar que se produzcan dificultades en una red de franquicias, y que se pueden enumerar en las siguientes:
1. Inadecuada selección del franquiciado: de la misma manera que un candidato a franquiciado ha de tomarse su tiempo e investigar antes de firmar el contrato de franquicia y adherirse a una red, también el franquiciador ha de hacer lo propio para evitar equivocarse en la selección, puesto que no todo el mundo está capacitado para ser empresario franquiciado, y eso hay que intentar detectarlo antes de que se firme el contrato, porque si no es así posteriormente pueden llegar los problemas.
La forma de solucionar esta posible fuente de conflicto pasa por que cada enseña tenga muy bien definido cuál es el perfil que mejor se ajusta a lo que necesita su marca: autoempleo, inversor, dotes comerciales, experiencia en el sector… Y saber decir “no” cuando enfrente haya un candidato que no cumpla con los requisitos exigidos.
2. Incorrecta selección del local: la buena ubicación del punto de venta supone un 80 % del éxito de cualquier negocio franquiciado. En este sentido, la central tiene que saber perfectamente dónde funciona mejor su concepto: en centros comerciales, a pie de calle, en primera línea comercial, en zonas empresariales… y con esta información puede ayudar a sus franquiciados a elegir aquellos emplazamientos en los que su negocio va a funcionar bien.
Para evitar problemas en este terreno, la misión del franquiciador es decir que no al franquiciado cuando los locales preseleccionados no se ajusten a los requisitos experimentados, si bien la decisión final sobre los locales viables es del franquiciado.
Además, la denominada tasa de esfuerzo del local —es decir, el % que supone el arrendamiento sobre las ventas— nunca debería sobrepasar el 10 %, para evitar que el local se convierta en un lastre.
3. No recopilar información suficiente: a la hora de poner en marcha una franquicia, hay que tomarse el tiempo necesario para investigar todo lo relativo a ella: su historia, el número de locales abiertos, cerrados, el registro de la marca, visitar a otros franquiciados que ya tengan el negocio operativo, consultar a expertos sobre la marcha de esa firma, si tiene presencia en el extranjero…
No hay que dejar nada a la improvisación, y antes de firmar el contrato hay que estar completamente seguro de que se quiere pertenecer a esa red. Firmar sin hacer una investigación profunda puede ser sinónimo de problemas, porque el franquiciado puede encontrarse con que no se cumple con lo prometido, que no es una franquicia o que los datos ofrecidos no son del todo reales. Una dificultad que se resuelve sin tener prisa por firmar, y haciéndolo únicamente cuando no haya dudas.
En definitiva, es factible evitar los problemas antes de que se produzcan, porque cuando se apuesta por la franquicia como modelo de expansión es para buscar el beneficio de todos, no el interés particular.
Por eso, es de interés mutuo para franquiciador y franquiciado que no haya dificultades en su relación empresarial, y si las hubiera siempre se podrán sortear de forma amistosa, sin tener que recurrir al contrato, a la justicia, a la mediación o al arbitraje, haciendo las cosas bien desde el principio.
Miguel Ángel Oroquieta
Socio Director de la consultora T4 Franquicias