La crisis ha demostrado que las pymes necesitan otro tipo de financiación, como el capital riesgo, uno de los más desconocidos. Por ello, el Ministerio de Industria, junto a la Asociación Española de Capital Riesgo, (ASCRI), organizó una jornada en la que el director general de la Pyme, Victor Audera, destacó que el capital riesgo persigue los mismos principios que la DGPYME: agilizar la financiación de las pymes, el crecimiento de este nicho empresarial y la innovación de las mismas.
“El capital riesgo es un activo que tiene liquidez”. Así comenzaba una jornada en la que se intentaba dar a conocer un poco más esta forma de financiación y el destino del patrimonio de Universidades, fondos de pensiones, compañías de seguros… aunque la mayor parte del dinero proviene del mundo financiero. Todo ellos invierten en ese universo de empresas que necesitan inversión, como las pymes, que representan el 60 % de nuestro PIB.
Juan Luis Ramírez, vicepresidente de ASCRI, reconoce que ha habido trabas administrativas que ya se están limando y algunas iniciativas interesantes como FondICO, el fondo de fondos público de capital riesgo cuyo propósito es promover la creación de fondos de capital riesgo de gestión privada, que inviertan en empresas españolas en todas sus fases de desarrollo. Y, aunque la crisis también afectó a este sector, lo cierto es que los resultados en este 2015 vuelven a ser bueno: “En España hay inversores internacionales que tienen interés por nuestro país. Hay dinero para invertir”, reconoce. Y esto va a permitir a las pymes crecer, innovar y competir en mercados internacionales. Por ello, el directivo confía en que esta forma de financiación tenga un gran desarrollo, más que en otros países, aunque en este momento estemos muy alejados del resto.
Ventajas
En España hay unos 250 fondos. ¿Qué hacen exactamente? Mantienen participaciones relevantes en el capital de otras empresas. Al invertir en ellas, generan valor y por lo tanto crecen, al tiempo que se consiguen tipos de interés envidiables, según el experto. La desinversión es el último paso, ese en el que tras consolidar el crecimiento de la empresa y su viabilidad, el capital invertido retorna a los grandes patrimonios de los que salieron. Una desinversión que suele hacerse de tres maneras: la venta de su participación a terceros, la opción más común; la salida a bolsa o la venta a otros fondos.
Y, aunque en un principio la plantilla se puede ver reducida en ese intento por hacerla viable, lo cierto es que en los siguientes tres años el número de trabajadores puede verse incrementado hasta en un 20 % anual.
Realidades
Elisa Alemany, profesora de ESADE, también apuesta por este modelo, al que califica como una fuente de financiación alternativa a la deuda para el empresario y para el inversor alternativo, ya que le ofrece mayores expectativas de rentabilidad, a cambio de mayores riesgos.
¿A quién financian? A empresas innovadoras y en fase de crecimiento, responde, permaneciendo en la compañía entre ocho y diez años.
A la hora de invertir hay dos grandes bloques: el “venture capital”, que invierte cuando la empresa está en su fase de arranque y el “private equity”, dirigido a las que ya tienen historia y quieren seguir creciendo, más pymes. En el primero los sectores de inversión preferidos con los relacionados con la tecnología, mientras el “private equity” prefiere los más tradicionales. Y si bien con el “venture capital” crecen mucho las empresas, básicamente porque están prácticamente en el inicio de su vida, esto no ocurre con el “private equity”, que crece menos por ser empresas más maduras.
La rentabilidad exigida a ambos es muy elevada, debido al riesgo que conllevan. Una rentabilidad que tendría que ir entre el 40 y el 60 % en el caso del venture capital y de entre el 20 y el 40 % en el del private equity.
Proceso
¿Cómo se realiza el proceso? Cuando una empresa decide que necesita financiación, se establece una primera toma de contacto con la misma, se hace un análisis en profundidad del negocio, que suele tardar unos nueve meses. Y a partir del cierre de la financiación, se tiene en cuenta en qué se puede ayudar a que la empresa cumpla sus objetivos.
Los más relacionados con las pymes
Y entre los capitales más relacionados con las pymes el capital expansión, para aquellas que quieran internacionalizar, aunque para ello tienen que contar con un ambicioso equipo de gestión y con una clara política de expansión.
Los buy-outs, por su parte, permiten al equipo gestor pasar a ser propietario de la empresa. Un ejemplo podrían ser las empresas familiares en las que no hay sucesión.
El buy and built va orientado a compañías en las que no hay ni liquidez ni una cuota de mercado significativo. Por ello se compra la empresa con el objetivo de crear un líder.
El factor diferencial
Gonzalo de Rivera, de la compañía N+1, discrepa de la imagen que a veces se tiene de este tipo de inversores, en busca de un beneficio rápido, cuando en realidad están en las empresas una media de diez años porque, tal y como dice, “la única manera de conseguir elevados rendimientos es que la empresa tenga un crecimiento en toda una década”. Él prefiere definir al sector como “fuente de financiación para apoyar el crecimiento sostenido de las compañías o personas que comparten experiencias en la gestión.
Si algo les diferencia es que buscan invertir en el equipo, prosigue Fernando Ortiz, de Proa Capital. Y es las personas son siempre el primer factor para ellos, seguido del proyecto y si es posible el crecimiento. También la internacionalización, la inversión en tecnología y temas sectoriales. A veces prefieren sectores muy pequeños, muy especializados, para hacer de ellos líderes.
INMA ELIZALDE