Ser un buen líder no es fácil, por ello cuando una empresa decide dar la máxima responsabilidad a aquellos que tienen que conseguir los mejores resultados para una compañía, tienen que tener en cuenta una serie de cualidades de aquel “que va a regir su destino”.
Ser un ejemplo en todo momento será la máxima prioridad, aseguran desde Michael Page, empresa de selección de personal especializada de mandos medios y directivos para contratos de larga duración, ya que todos los ojos van a estar puestos en su figura y va a ser un modelo a seguir, tanto por sus superiores como por aquellos que tiene a su cargo. Tras esto es necesario que sea un gran comunicador, capaz de transmitir el mensaje que la empresa quiere dar, tanto a nivel interno como externo, al tiempo que debe estar pendiente de las preocupaciones y sugerencias de los empleados. Cuando alguno de ellos esté en un momento bajo, debe motivarle, aunque empatizar no siempre es fácil cuando hay que encontrar un equilibrio entre autoridad y comprensión, afirman desde Michael Page. Sin embargo hay que tener en cuenta que un empleado motivado es un empleado productivo y por lo tanto conseguirá con más facilidad los objetivos que se le han marcado. Objetivos, por otro lado, que deben ser establecidos por este líder y que deben ser claros y realistas.
Un factor clave pasa por reconocer en todo momento las aptitudes de sus trabajadores y saber utilizarlas para que la compañía pueda beneficiarse al máximo del talento que tiene, o tener capacidad de reacción ante problemas que surjan, siendo capaz de afrontar la situación.
Y, como uno no puede con todo, debe saber cuándo es el momento de delegar ciertas responsabilidades y tareas a sus empleados
En definitiva, aquellos que dependan de él demandarán a alguien en quien confiar, que no finja lo que no es, con su propio estilo de liderazgo, consecuente con su forma de pensar, consciente de sus debilidades y fortalezas y con capacidad de hacer auto crítica.