La afiliación a la Seguridad Social aumentó en julio en 4.408 personas, alcanzando un total de 21,86 millones de ocupados. A pesar de este crecimiento, el dato se sitúa como el tercer peor registro para un mes de julio en los últimos 25 años, solo superado por los descensos sufridos en 2024 (-9.783 afiliados) y 2022 (-7.366 afiliados). En términos interanuales, el empleo ha crecido un 2,25%, una cifra que apunta a una tendencia de desaceleración.
El paro registrado también experimentó una leve mejora, con una caída de 1.357 personas en julio. Sin embargo, este dato contrasta de forma negativa con el registrado en el mismo mes del año pasado, cuando el desempleo descendió en 10.830 personas. Con ello, la cifra total de parados se sitúa en torno a los 2,4 millones. No obstante, si se tienen en cuenta los parados no registrados oficialmente —como los trabajadores fijos discontinuos en periodos inactivos—, el número de personas en situación de paro efectivo podría alcanzar los 3,1 millones, según datos de junio.
Por sectores, la educación lideró la destrucción de empleo con una pérdida de 127.560 afiliados, una caída habitual en estas fechas pero que, este año, ha sido más acusada que en ejercicios anteriores. También la agricultura presentó cifras negativas, con 43.191 cotizantes menos. En el lado opuesto, las actividades sanitarias y los servicios sociales impulsaron el empleo con 56.395 nuevos afiliados, seguidas del comercio (+45.597) y la hostelería (+11.199).
Aunque julio suele registrar menor dinamismo laboral respecto a meses previos debido al inicio ya consolidado de la campaña estival y al cierre del curso escolar, los datos confirman una ralentización del ritmo de creación de empleo.
Ante esta situación, la Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa (CEPYME) ha mostrado su preocupación por la debilidad del mercado laboral y, especialmente, por el deterioro del tejido empresarial más pequeño. Según la organización, esta moderación en la creación de empleo puede estar reflejando los efectos del constante incremento de costes y la incertidumbre generada por posibles reformas, como la reducción de la jornada laboral.
CEPYME ha hecho un llamamiento para eliminar los factores que generan inseguridad económica, aumentan costes y frenan inversiones. La Confederación alerta de que la situación podría poner en riesgo la actividad de muchas microempresas y con ello, su capacidad de generar empleo.
“En junio de 2025 había 30.000 microempresas menos que en el mismo mes de 2019”, recuerda CEPYME, que subraya el papel esencial que juegan estas pequeñas compañías como primer paso en la consolidación empresarial. El debilitamiento de este segmento, advierten, podría comprometer la solidez del tejido productivo nacional y limitar el potencial de crecimiento económico y creación de empleo a medio y largo plazo.