Es un verano atípico. Las ganas de vacaciones y la necesidad de desconexión son mucho más intensas este año, tras los meses de encierro, que cualquiera de los anteriores. Pero ese deseo de libertad, de cambio de aires, choca de frente contra el miedo a un posible contagio, pues nadie está libre de entrar en contacto con alguno de los focos que han ido surgiendo por todo el país. Por ese motivo, muchas personas han decidido renunciar a su salida vacacional este verano, pero igualmente otras muchas han querido aprovechar que ahora se puede salir, por lo que pueda llegar a ocurrir más adelante.
El resultado es que agosto seguirá siendo el mes veraniego por excelencia en el que abundarán las escapadas a destinos nacionales, y a la vuelta de vacaciones tendremos una importante prueba de fuego: el regreso presencial a los puestos de trabajo será determinante para la evolución de lo que, aseguran los expertos, parece inevitable: la segunda oleada de covid-19.
Si algo hemos aprendido en este periodo es que, de momento, nada se puede presuponer y no es posible hacer planes a medio o largo plazo. Qué ocurrirá en septiembre es una incertidumbre, pero sí hay una gran certeza: tenemos que ser rigurosos con la protección frente al virus para evitar que la pandemia regrese con la misma virulencia.
En este sentido, no solo es importante adoptar mecanismos de prevención, sino también de control y seguimiento de la evolución de los diferentes colectivos o grupos sociales, con el fin de detectar rápidamente la presencia de un posible contagio y frenar su expansión. Y para ello resulta imprescindible la realización de pruebas diagnósticas.
Las empresas son, en sí mismas, pequeños ecosistemas o grupos sociales de individuos que están en permanente contacto, por lo que son uno de los escenarios clave en los que resultará imprescindible establecer medidas de seguimiento. Es cierto que la inmensa mayoría de los empresarios han incorporado a sus negocios las recomendaciones sanitarias de distancia de seguridad, disponibilidad de geles hidroalcohólicos, desinfección frecuente de zonas comunes y mobiliario, etc., pero no son tantos los que han comprendido la necesidad de realizar tests periódicos a sus empleados, y muchos ni siquiera tienen claro qué tipo de test deberían hacerles.
Porque a pesar de que los medios de comunicación hablan de este tema de forma recurrente, lo cierto es que existe todavía mucha desinformación al respecto de los diferentes tests que existen y cuándo aplica cada uno de ellos, y tener claro esto es el primer paso para llevar a cabo una adecuada estrategia de control de los equipos.
Tests PCR y tests de anticuerpos
Si lo que queremos determinar es si una persona que muestra síntomas vinculados a la enfermedad tiene en realidad la covid-19 en ese momento, la prueba que hay que realizarle es la denominada PCR. Este test lo que hace es localizar la presencia del patógeno en ese momento en el individuo, a través de una muestra tomada de su garganta. Si da positivo se certifica que, efectivamente, esa persona está infectada. Pero esta prueba carece de sentido realizarla cuando el individuo ya no presenta síntomas, pues no sirve para determinar si se ha pasado o no la enfermedad.
La prueba que sí nos ofrece información de si una persona ha superado el coronavirus es la que busca la presencia, no ya del virus, sino de los anticuerpos que nuestro cuerpo ha generado para luchar contra él. Para ello existen dos tipos de modalidades: el análisis que se realiza en un laboratorio tras extraer una muestra de sangre del paciente (conocidos como test ELISA o CLIA), y el test rápido, similar al test de embarazo, que se puede realizar en cualquier lugar siempre y cuando la toma de la muestra de sangre la realice un profesional sanitario.
Estrategias de control
Sobre esta base, el escenario ideal sería que las empresas realizaran cada día un test PCR a cada empleado antes de incorporarse al centro de trabajo, pero siendo realistas sería demasiado costoso y poco operativo. Lo que sí se puede (y es recomendable) hacer para detectar posibles infectados es tomarles diariamente la temperatura, ya que la presencia de fiebre sería un indicio claro a tener en cuenta para revisar en profundidad el estado de salud de ese empleado.
Otra estrategia para detectar la posible circulación del virus entre la plantilla, incluso entre individuos asintomáticos, es llevar un seguimiento de su nivel de seroprevalencia, es decir, del porcentaje del equipo que da positivo en anticuerpos y, por tanto, podemos considerar que ya ha pasado la enfermedad. Para ello, lo recomendable sería realizar cada 15 días un test rápido de anticuerpos a cada uno de los trabajadores.
Si la seroprevalencia aumenta, es decir, si se detecta un aumento del porcentaje de personas con anticuerpos, quiere decir que se han producido contagios, y deberá hacerse un seguimiento específico de los individuos que por primera vez han dado positivo en anticuerpos.
Una segunda modalidad de seguimiento, que resulta más económica para las empresas sin apenas restar eficacia, es la que se conoce como ‘sample pooling’. En este caso, en vez de hacer los tests al 100 % de la plantilla se toman varios grupos fijos de un determinado número de individuos que sirven de muestra, y se les hacen solamente a ellos los tests, mezclando sus muestras de suero de manera que el diagnóstico se emite de forma conjunta. Solo en el caso de que este diagnóstico conjunto dé positivo sería necesario realizar los tests a toda la compañía.
Estos mecanismos de control han de estar supervisados siempre por un profesional sanitario, ya sea a través de los servicios médicos de la propia organización (en el caso de disponer de ellos), contratando a un médico para asumir esta función o recurriendo a los servicios de laboratorios de análisis clínicos con especialistas capaces de realizar estas pruebas.
En el ámbito tecnológico también se están desarrollando herramientas que ayuden a las organizaciones a llevar a cabo estas medidas de control de una forma más cómoda. Ya existen aplicaciones móviles que facilitan la toma de datos entre los miembros de un colectivo y son capaces de emitir resultados porcentuales de prevalencia, entre otras funcionalidades que simplifican la labor del personal médico a cargo del seguimiento.
Toda ayuda es poca cuando se trata de frenar el impacto de este virus que ha trastocado nuestro modo de vida. Detenerlo es responsabilidad de todos.
Belén Barreiro
Directora general de Eurofins Ingenasa