En un negocio intervienen diversos factores que están expuestos a posibles riesgos. Los empleados, que pueden sufrir accidentes durante el ejercicio de sus funciones profesionales. Las infraestructuras o patrimonio físico, que puede ser objeto de un incendio, inundación, explosión o cualquier desastre causado por factores externos. Los bienes, materiales o inmateriales, que pueden estropearse o degradarse, o ser objeto de un robo, o de un ciberataque en el caso de datos o información. Personas ajenas a la compañía (clientes, usuarios, proveedores, vecinos) que pueden sufrir daños derivados de su propia actividad o patrimonio, o tener lugar en sus propias instalaciones…
Para las pymes es crucial cubrir esos posibles riesgos mediante las pólizas adecuadas –las obligatorias para cumplir con la normativa y también las que resulten convenientes para su propia tranquilidad–, pues de otro modo, ante un siniestro de complejidad puede verse afectada la continuidad de su negocio. Un estudio de una empresa del sector asegurador afirma que 7 de cada 10 pymes que se enfrentan a un siniestro grave llegan a desaparecer si no disponen de un seguro con las coberturas adecuadas para protegerse de sus efectos.
Contar con un asesor que les oriente en el camino de la protección es fundamental para estar bien cubiertos y pagar un precio justo acorde a las condiciones del mercado. Sobre todo en casos en los que se requiere mayor complejidad y adaptación. Por ejemplo, asegurar los daños de una fábrica grande que trabaja con materiales combustibles, o cubrir la responsabilidad civil de una explotación agrícola en temporada de sequía (algo cada vez más frecuente en nuestro país, y que de hecho este año está causando verdaderos estragos).
Tipos de seguros y coberturas
A la hora de contratar los seguros, muchas pymes se limitan a los que son obligatorios para el ejercicio de su actividad, como el seguro de responsabilidad civil en un establecimiento de hostelería o restauración (que es importante tener a mano porque suele ser solicitado y revisado por la Policía Municipal), o la póliza de accidentes laborales en el sector de la construcción. Pero como decíamos, es importante ir más allá y pensar en las necesidades reales de protección de cada negocio.
En este punto, hay que tener en cuenta diferentes aspectos relacionados con la naturaleza de la empresa. Las coberturas de daños de sus inmuebles, flotas de vehículos, oficinas, etc. Las coberturas de responsabilidad civil que les protejan de indemnizaciones por el ejercicio de su profesión, por la explotación de su negocio, etc. Un ejemplo son las pólizas de D&O (del inglés Directors & Officers) para directivos y administradores, que protegen el ejercicio de administración y dirección.
La viabilidad del negocio también depende de los trabajadores, y existen diferentes tipos de productos para esta protección, como las coberturas de accidentes para sus empleados en caso de invalidez o fallecimiento, o las coberturas de pérdida de beneficios. Por ejemplo, aquellas empresas que afrontaron la pandemia o la famosa nevada Filomena con un seguro, pudieron recibir una indemnización adicional.
Cuando el negocio pertenece a varios socios, es frecuente contar con pólizas de incapacidad laboral temporal (ILT), que abonan una indemnización a la compañía en el caso de una baja laboral. Es un producto que funciona bien con bajas largas, por ejemplo una cirugía que tiene un postoperatorio largo y que podría dejar a una pyme renqueante.
Asimismo, en los últimos años, hay pymes que han comenzado a incorporar, como las grandes compañías, elementos de retribución flexible para sus empleados, como seguros de vida o de salud, protegiéndoles más allá del entorno laboral.
Seguimiento y revisión
Con todos estos seguros contratados, no es de extrañar que muchas empresas, absorbidas por el día a día de su actividad, pierdan la referencia del estado de sus pólizas y no tengan una visión de conjunto de cuándo vencen, si les han subido el precio o si siguen teniendo optimizadas sus coberturas. Y más, si están suscritas con aseguradoras diferentes. Sin embargo, es conveniente llevar un seguimiento de estos contratos, porque de otro modo tal vez estemos pagando más de lo necesario, o puede que hayan cambiado las condiciones de nuestra actividad y no estemos bien protegidos.
Para ello, el primer paso es tener un control de los pagos y de los vencimientos de los seguros. Puede ayudarnos incorporar a nuestro calendario de trabajo alertas con las fechas de pago y el plazo máximo a tener en cuenta para darlos de baja, en caso de que queramos cambiar de aseguradora o solicitar una revisión de las condiciones de la póliza.
El segundo paso sería, dentro de ese periodo previo a la renovación, revisar la facturación informada y los sujetos asegurados (por ejemplo flotas, empleados, etc.). De estos elementos depende el cálculo de la prima, y en caso de siniestro puede aplicarse una menor prestación por estar infraasegurado.
Un ejemplo: una compañía que instala suelos rompe una ventana al descargar la tarima en nuestra oficina. La póliza de responsabilidad civil cubriría el importe de la ventana, pero el cliente tenía informada una facturación de 200.000 euros, cuando su facturación actual es de 600.000 euros. En ese caso, en vez de recibir el pago del arreglo total recibirá la proporción de un tercio, acorde con la proporción de facturación informada.
Las primas van subiendo por revalorización de capitales, y a veces es difícil saber qué importe hay que pagar y por qué tipo de coberturas. Por eso, contar con un servicio de asesoramiento en materia de seguros puede ser de gran ayuda para las pymes.
La clave es encontrar un corredor que se comprometa a analizar nuestras pólizas activas, a compararlas con las que ofrecen otras aseguradoras y, con total honestidad y sin condicionantes por cobro de comisiones, nos confirme si están optimizadas. Es decir, si estamos pagando lo que nos corresponde, y no de más, y si tenemos las coberturas que necesitamos, y no más, ni tampoco menos. Y llegado el caso, que nos recomiende la mejor alternativa y tramite el cambio por nosotros.
Este, sin duda, es un servicio que cualquier pyme valoraría, y que se traduciría en tranquilidad para el empresario y también, probablemente, en ahorro de costes.
Íñigo Fernández de Araoz
Responsable de Micappital Seguros