Cualquier persona que haya tomado la decisión de emprender, cualquier profesional autónomo o empresario que esté luchando por realizar y hacer crecer su sueño, sabe que se trata de una carrera agridulce. Afortunadamente suele ser más dulce que agria, ya que uno dedica toda su energía, ilusión y recursos en construir y materializar aquel producto o servicio en el que cree firmemente.
Y es que no hay nada más gratificante que ir dando forma a un negocio propio e ir perfeccionándolo, para presentarlo de la mejor forma posible al resto del mundo.
Sin embargo, aun siendo una aventura apasionante, hay momentos difíciles y agotadores en los que la autoconfianza, la determinación y el valor son puestos a prueba. Esto sucede, sobre todo, cuando uno se enfrenta a la latente soledad del emprendedor. Situaciones en las que nos sentimos solos, poco estimulados, nuestras fuerzas flaquean, las cosas no salen como nos gustaría o no obtenemos los resultados esperados. Es entonces cuando las personas de nuestro entorno nos preguntan para qué nos hemos complicado la vida, con lo estables que estábamos antes. ¿Te suena?
¿Cómo nos ayuda el coaching?
Y es precisamente ahí donde el coaching y, sobretodo, la figura del coach son tan importantes. Nutriéndose de diferentes disciplinas como la filosofía, la lingüística, la neurociencia o la psicología, representa un cambio fundamental en la manera de pensar y se revela como una excelente herramienta para aumentar la productividad de nuestro negocio, ya que nos ayuda a:
• Mantener el nivel de motivación, tanto en nosotros mismos como en nuestro equipo y colaboradores.
• Abordar los retos del negocio desde otra perspectiva. Cambiando la forma de ver las cosas, modificamos también nuestro marco de acción, obteniendo así resultados diferentes, más alineados a nuestros objetivos.
• Conocer y potenciar nuestras fortalezas.
• Identificar y gestionar las emociones, para que incluso las negativas se conviertan en un generador de cambio.
• Superar miedos o creencias limitantes que nos obstaculizan para alcanzar las metas.
• Canalizar energías y focalizarlas solo en lo que realmente importa, evitando dispersiones de atención y tiempo.
• Delinear un plan de acción claro, que suponga una vía directa a nuestra meta.
• Preparar procesos de negociación con clientes, donde ambas partes ganen.
• Aprovechar y dirigir tanto recursos internos propios como externos y materiales, para crear la mejor forma de hacer las cosas.
• Generar y establecer un compromiso para alcanzar nuestro objetivo.
La figura del coach
Hoy en día contar con la ayuda de un coach no significa que a uno le falte algo, sino que queremos potenciar lo que ya tenemos. Con él se aprende a liberar ciertos lastres. Uno es consciente de sus facultades y potencialidades y le ayudará a elegir el mejor camino para alcanzar sus metas.
Un coach es una buena opción para lograr aquellos objetivos o retos a los que nos cuesta llegar solos, o que no estamos alcanzando en el tiempo deseado. Con él pasamos por un proceso de acompañamiento a través del cual el cliente cambia de una situación actual a una ideal, obteniendo resultados extraordinarios, no solo en el ámbito profesional sino también en el personal.
Nos referimos a resultados extraordinarios porque nos retan y nos sacan de nuestra caja de confort, ya que para obtener resultados predecibles no es necesario el coaching.
El coaching se desarrolla en sesiones individuales con conversaciones que crean un espacio de reflexión. A través de preguntas poderosas, el cliente o coachee abre su campo de visión y, en consecuencia, su marco de acción. Esto le lleva a valorar nuevas posibilidades. Es entonces cuando empieza a evaluar su entorno desde la autorresponsabilidad, extrayendo sus propias soluciones para alcanzar su objetivo.
A lo largo de este proceso nos cuestionamos nuestra forma habitual de hacer las cosas para poder obtener resultados distintos. Se trata de allanar el camino al cliente para la consecución de su objetivo. Y es ahí cuando aparece la productividad: si el profesional dedica su tiempo con el coach para reflexionar y buscar nuevas vías para sacar el máximo partido a su negocio, el tiempo restante lo empleará para proyectarlo exclusivamente a la acción.
A menudo, cuando pedimos consejo, la gente que nos quiere lo hace desde la prudencia para que no nos hagamos daño o no nos demos el batacazo. La cuestión es que esto nos genera miedo, incluso cuando a priori no lo teníamos. Por tanto, jugamos a no perder. Cuando trabajamos nuestro objetivo con un coach jugamos a ganar y, automáticamente, la perspectiva cambia de forma radical.
Responde a la pregunta ¿qué es para ti aumentar la productividad de tu negocio? Descríbelo en una línea como un objetivo acotado en un tiempo definido. Escríbelo ahora sobre un papel —que un niño de seis años lo pueda entender—. Bien, esto es lo que se trabaja con un coach. Solo y exclusivamente en esto. Ponemos foco en tu objetivo y todo, absolutamente todo, va encaminado a lograrlo en ese lapso de tiempo.
María Fernández García-Fajardo
Coaching & Media