En momentos como el actual, en el que los indicadores macroeconómicos comienzan a mostrar signos de enfriamiento, es necesaria la colaboración de todos los ámbitos económicos para tratar de revertir la situación lo antes posible.
Desde la perspectiva empresarial, nos enfrentamos a una caída en la facturación de las compañías mantenida durante unos meses, junto con una situación complicada de la industria, que ha registrado un crecimiento plano en el segundo trimestre, además de un Índice de Producción Industrial en descenso y una caída importante en el número de ocupados.
El análisis de los últimos datos sobre la situación de las pymes, incluidos en el informe “Cifras pyme”, arroja evidencias claras de cómo está afectando la situación de enfriamiento económico a las empresas de menor tamaño. En los ocho primeros meses del año, las pymes han perdido cerca de 21.000 empresas y más de 170.000 empleos. Llevan cuatro meses de descensos en ambas magnitudes. Las grandes empresas también están registrando caídas, pero fundamentalmente en el último mes.
Venimos de una época de gran incertidumbre, que nos ha demostrado que es imprescindible actuar con agilidad para adaptarse a las circunstancias, afrontar con éxito los desafíos que se nos planteen y poder seguir creciendo. Para adquirir esa capacidad es necesario que las organizaciones experimenten una transformación. Las grandes compañías ya la han abordado, aunque deban seguir evolucionando porque el mundo está en constante cambio, pero las pymes cuentan con menos recursos propios para hacerlo.
Por eso, en estos momentos es fundamental poner en manos de las empresas los instrumentos necesarios para poder establecer estrategias y planes de acción que les permitan salir del estancamiento, adaptarse con agilidad a las nuevas circunstancias y aprovechar la oportunidad para transformarse y salir reforzadas.
Gracias a los Fondos Europeos se han creado mecanismos y programas dirigidos a proporcionar a las pymes los recursos de los que carecen. Nunca hemos tenido tan cerca la posibilidad de impulsar la transformación del tejido empresarial e industrial español como hasta ahora. Un ejemplo de esos mecanismos lo constituyen los planes Activa Industria 4.0 y Activa Crecimiento, dotados con 24,4 y 15,9 millones de euros, respectivamente, de los que se ha puesto en marcha una nueva edición, y de los que se podrían beneficiar cerca de 6.000 empresas, entre pymes industriales y de otros ámbitos, accediendo sin coste alguno a un diagnóstico de situación y un plan de transformación que pueden ser cruciales para su futuro.
Los mimbres para ejecutar esa transformación
La base de esa transformación es la personalización porque cada empresa parte de una realidad y tiene unas necesidades, una trayectoria y unos objetivos diferentes. Por eso, el primer paso debería ser plantearse en qué se quieren transformar, qué quieren llegar a ser. Una vez establecido ese objetivo, analizar en profundidad la situación de partida, con qué cuenta la organización, qué funciona y qué se debería mejorar. Y con todo ello trazar un plan a medida.
Debe tener un importante componente de innovación, que permita incluso redefinir el modelo de negocio -como pasar de producir bienes a suministrar servicios y obtener ingresos del pago por uso u orientarse hacia la remanufactura-; incorporar la sostenibilidad como un pilar de la estrategia de negocio -cumplir los criterios medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG) es no solo un imperativo legal, sino una exigencia por parte de inversores y de ciudadanos-; establecer la flexibilidad como máxima para poder adaptarse a cualquier circunstancia -una caída de la demanda, el aumento del coste de la energía, de los precios de las materias primas, escasez de algún componente, etc.- y, por supuesto, introducir estructuras organizativas más adecuadas a los nuevos tiempos y a esos nuevos modelos, con jerarquías planas, plantillas orientadas a proyectos, instalaciones sostenibles que fomenten el bienestar de los empleados, programas que permitan reciclar y ampliar las competencias de la plantilla, así como reducir la distancia e impulsar el orgullo de pertenencia en los modelos de trabajo híbridos.
El plan también debe incluir las herramientas digitales necesarias para conseguir la transformación de la organización. De hecho, según datos del Foro Económico Mundial, más del 85% de las empresas identifican el aumento de la adopción de nuevas tecnologías y la expansión del acceso digital como las tendencias que con mayor probabilidad impulsarán la transformación en su organización. En este sentido, es importante tener en cuenta que la tecnología es un medio y que por sí sola no logra la transformación, sino que necesita del resto de elementos apuntados anteriormente.
La ruta está clara y las ayudas, disponibles. Nunca hemos tenido tantas posibilidades de transformar el tejido empresarial e industrial de nuestro país como hasta ahora. Contribuyamos todos a convertirlo en una realidad: hagamos de altavoz para que la información llegue y nuestras pymes emprendan el camino.
Ana Santiago,
CEO de Sisteplant