Si pensamos en emprender, en crear nuestra propia startup, en lanzarnos a la aventura de configurar nuestra empresa desde los cimientos, el primer muro con el que nos encontramos es que no tenemos el capital suficiente para llevar a cabo nuestro proyecto. Por eso, lo más razonable es pensar en financiación, en ayudas económicas y subvenciones, pero no es tan sencillo de lograr.
En el minuto cero de una empresa, cuando hay mil ideas por delante pero muy pocas cosas están realmente definidas, pedir un préstamo o conseguir algo de financiación privada, más allá de los Family, Friends and Fools, es prácticamente imposible. Esto puede llevar a muchos al desánimo pero, si se investiga un poco, existe una posibilidad bastante atractiva: la financiación pública.
¿Qué es la financiación pública?
Se trata de una de las formas de financiación externa, pero en este caso, los medios económicos provienen de una institución o de un organismo público del Estado. La financiación pública suele estar destinada a suministrar los recursos de las empresas públicas, pero existen casos en los que determinadas empresas privadas puede acceder a este tipo de financiación (en ocasiones de forma parcial y otras, de forma total).
Uno de estos casos, son las líneas de financiación que algunas instituciones públicas les están concediendo a las startups y que, bien gestionadas, pueden ser de gran ayuda en el momento de la configuración o a la hora de llevar a cabo determinados proyectos.
Ahora bien, os aconsejamos que no pidáis este tipo de líneas solo por pedirlas o si no tenéis totalmente claro que podréis devolver la cantidad solicitada (en el caso de los préstamos). Las razones son obvias, si no necesitas el dinero para qué pedirlo y si no puedes hacerte cargo del préstamo, es mejor no lanzarse y esperar un poco más.
Tampoco recomendamos pedir este tipo de financiación sin investigar en profundidad las opciones que tenéis y los requisitos que piden las instituciones. En ocasiones, este tipo de financiación puede resultar una molesta losa por culpa de la falta de información. Es cierto que, a la hora de informarnos, lo más acertado sería que la institución explicase con todo lujo de detalles los requisitos que debemos cumplir, los plazos, etc. y que, algunas veces, determinados detalles quedan diluidos entre términos técnicos que no terminamos de comprender. Por este motivo, nuestro consejo es que lo leáis todo y tratéis de comprender lo que dice y, si no se comprende, se pregunta o se investiga antes de firmar nada. Os ahorrará disgustos.
Algunas dudas que nos pueden surgir ante la financiación pública
No debemos confundir un préstamo con una subvención. Esta última no se tendrá que devolver si cumplimos con los criterios con los que nos hemos comprometido, por ejemplo: si nos dan una subvención por generar al año 2 puestos de trabajo, tendremos que cumplir y contratar a dos personas al año. Por el contrario, los préstamos se devuelven y suelen devolverse con intereses.
Debemos tener en cuenta que algunos préstamos o subvenciones solo se conceden en plazos de tiempo concreto, es decir, que debemos estar atentos a la apertura de estos plazos para poder presentar los documentos pertinentes y así poder acceder a la financiación.
No confundamos entregar todo en el plazo para optar a la financiación, que obtener la financiación. Podemos haber entregado todo en el plazo correcto, creer que cumplimos con todos los requisitos y pensar, erróneamente, que ya podemos acceder a la financiación. Esto no suele ser así, hay que esperar a que nos confirmen que la hemos obtenido, no vayamos a empezar a gastar lo que se supone que nos van a conceder y que luego esa financiación no llegue nunca.
Una vez confirmada, el dinero no está en 24 en nuestra cuenta. Hay que tener un poco de paciencia, porque las instituciones tienen unos plazos para comenzar a entregar el dinero.
Ventajas de la financiación pública de las startups
La principal ventaja viene dada por el tipo de inversor que nos la ofrece, las instituciones públicas. Al contrario que los inversores privados, el inversor público no arriesga su dinero, por lo que no va a exigir tantos requisitos como uno privado. Hay que tener en cuenta que el inversor privado está asumiendo unos riesgos y que va a pedir muchas más garantías para poder hacer frente a esos riesgos. Mientras que las instituciones públicas asumen los riesgos como parte de sus objetivos de política económica.
Generalmente, en este tipo de financiación podemos encontrar, además, otro tipo de ventajas como por ejemplo que la financiación no tengamos que devolverla mientras cumplamos una serie de requisitos (subvenciones), que no nos pidan garantías para concedernos un préstamo, que nos permitan periodos de carencia de amortización del capital de hasta 3 años, que los plazos de devolución lleguen a ampliarse hasta 10 años, o que los tipos de interés de determinados préstamos sean más bajos.
Desventajas de la financiación pública de las startups
Lo primero de todo tenemos que volver a hablar de cierta desinformación por parte de las startups que quieren recibir estas ayudas y que, además, no suele ser resuelta por las instituciones. Esto se convierte en una carrera de obstáculos para entregar todo el papeleo a tiempo y completo, además de que pueden existir algunos detalles que se escapen a nuestra comprensión y acabemos incumpliendo alguno de los requisitos.
Si no queremos que esto nos suceda, la opción más lógica sería pedir ayuda a terceros o, lo que es lo mismo, contar con una consultoría que lleve este tipo de temas. Lo que significa que tendremos que pagar esos servicios. Evidentemente si necesitamos dinero para financiarnos y lo gastamos en conseguir esa financiación, esto se convierte en la pescadilla que se muerde la cola. Por lo tanto, si nos decantamos porque una consultoría nos ayude a conseguir a financiación – que desde aquí, os lo recomendamos – la empresa que elijáis no debería cobrar honorarios fijos, sino solo honorarios por éxito. A día de hoy, existen muchas empresas que trabajan por honorarios de éxito, pero dentro de las que aseguran cobrar de esta forma, debemos tener especial cuidado y prestar mucha atención a que tengan una relación directa con las instituciones públicas que ofrecen las líneas de financiación. Además, lo óptimo sería que, ya que contratamos sus servicios, se encargasen del proceso de solicitud, del seguimiento y de la justificación.
¿Por qué mencionamos que una consultora debería encargarse de la justificación? Por que, tanto si te encargas de todo el proceso, como si decides que la consultora solo te ayude en la parte de la solicitud y el seguimiento, la justificación tendrás que plantearla tú mismo. Por la obtención de cualquier ayuda o cualquier subvención pública, te van a exigir una justificación, como es obvio. Evidentemente, cuando a ti te dejan un dinero, lo más normal es que te pregunten en qué vas a gastarlo, entre otras muchas cosas para saber si lo que vas a hacer tiene oportunidad de recuperar la inversión y, por lo tanto, si vas a poder devolver el préstamo. Si no justificamos adecuadamente en qué se ha invertido el dinero del préstamo o la subvención, lo más probable es que tengamos que devolverlo prácticamente de inmediato, con todos los contratiempos que esto conlleva.
En cuanto al tema de las devoluciones, si se trata de un préstamo, hay que devolverlo y con intereses, por lo que más nos vale no pillarnos los dedos con los pazos y hacer una meticulosa planificación de cómo lo vamos a hacer. En el caso de no devolver el dinero, nuestra empresa será la principal perjudicada, hasta el punto de que desaparezca. Esto, en caso de que los socios no tengan garantías personales en el préstamos, porque, de ser así, tendrán que responder con su patrimonio. Por eso, es importante leer atentamente toda la documentación, no vaya a resultar que no podamos devolver el crédito y hayamos firmado un préstamo con garantías personales.
Otro inconveniente de este tipo de financiación es el plazo de tiempo que tardan en dártela, que en algunos casos puede ser de hasta 6 meses. Así que si te corre prisa el dinero, tendrás que buscar algo entre tanto: ayudas de familiares y amigos, inversores privados… Además, algunas de las instituciones públicas que ofrecen financiación suelen exigir coinversión. Esto quiere decir que, a parte de la inversión pública, tendrá que haber una aportación de inversión privada con el objetivo de que la caja sea mayor.
Por lo tanto, la inversión pública no podemos considerarla como la panacea para nuestros problemas, pero tampoco descartarla por completo.