En pleno proceso de desescalada, con cierto alivio en cuanto al panorama sanitario, que al fin parece menos crítico, la atención se concentra más que nunca en la recuperación económica. Todos los sectores económicos hacen balance de los daños producidos hasta ahora por la crisis y previsión de las dificultades que aún quedan por superar.
En el caso del transporte de mercancías, la crisis de la covid-19 ha supuesto en nuestro país una reducción media de la actividad del 43 %, de acuerdo con la Confederación Española de Transporte de Mercancías (CETM). La patronal asegura que más de 55.000 empleos se encuentran en peligro y subraya que los más afectados son los autónomos, que perderán un volumen de trabajo del 59 %, y las empresas de menos de 20 vehículos, que se dejarían un 48 %.
Los primeros en colaborar, ¿y en recuperarse?
El de los transportistas han sido uno de los colectivos que más expuesto ha estado durante la crisis y tuvo que enfrentarse a un desigual crecimiento del mercado. Mientras la demanda de transporte de mercancías de primera necesidad se triplicó durante el confinamiento, según los datos internos de Ontruck, en otros sectores se vio notablemente reducida o hasta parada.
La desescalada, según las previsiones del sector, va a traer consigo una reactivación más bien lenta, vinculada a las fases y marcada por la reapertura progresiva. El reinicio de la actividad también se verá afectado por la movilidad por regiones y por la propia economía de las familias que deben reactivar el consumo. Difícil predecir si finalmente se producirá la ansiada recuperación en “V” de la que tanto se oía hablar al comienzo de la crisis.
Lo cierto es que todas estas fluctuaciones que está teniendo el mercado solo pueden afrontarse si las empresas se dotan de herramientas que les permitan flexibilizar sus servicios y adaptarse mejor a entornos que, en el medio plazo, seguirán siendo muy cambiantes.
En el caso de pymes y autónomos, que representan la amplia mayoría de este sector, la flexibilidad es casi una seña de identidad, pero tradicionalmente ha tenido un coste económico, e incluso personal, demasiado alto.
Un 71 % de las empresas del sector tiene menos de tres vehículos, según datos del Ministerio de Transporte. En muchos casos, es la misma persona quien tiene que ocuparse de todo: desde la conducción a la gestión empresarial. Si, además, se trata de pequeñas empresas con empleados, estos días han tenido la preocupación de cubrir o no salarios, aplicar o no ERTEs, en qué condiciones hacerlo, dotar a los conductores de Equipos de Protección Individual, etc.
Ahora, con la recuperación toca pensar si hay una forma más eficiente de hacer las cosas que la que estábamos empleando. Si como sociedad se plantea la flexibilización de los horarios o la implantación del teletrabajo, al sector del transporte le toca, sin duda, pensar en la digitalización.
El factor diferencial
La tecnología ofrece tres claves que pueden suponer la diferencia, especialmente para pymes y autónomos, en cuanto a la recuperación del sector del transporte tras la crisis: innovación, optimización y eficiencia.
Por lo que respecta a innovación, introducir nuevos procesos de digitalización que automaticen las tareas habituales de la empresa o el profesional autónomo agilizaría los procedimientos y reduciría los costes. Las plataformas tecnológicas que hay ya en el mercado permiten la transmisión de datos e información de manera digital y en tiempo real. Es el tipo de mejora que marca la diferencia.
Este cambio supone además una optimización de todo el modelo, en el sentido de que permite absorber los aumentos de demanda sin tener que aumentar el número de vehículos. De esta manera, los transportistas pueden realizar más servicios y generar más ingresos. Es un sistema con el que se pueden gestionar volúmenes más altos y responder, al mismo tiempo, con mayor flexibilidad a las fluctuaciones del mercado, como las que hemos visto durante la crisis y podríamos ver durante la desescalada.
Por último, aunque también bastante importante, un transporte por carretera más eficiente genera un menor impacto ambiental. La optimización de las rutas supone una reducción de kilómetros innecesarios, realizados muchas veces en vacío, con la consecuente reducción de emisiones de gases contaminantes a la atmósfera; un aspecto del que cada vez, y con motivo, nos preocupamos más.
El poder del colectivo
Uno de los motivos que podrían haber dificultado la implantación de la tecnología, sobre todo a nivel de gestión empresarial y de flotas, es su enorme atomización. Aunque históricamente ha habido diversos intentos legislativos de promover la concentración, a través del establecimiento de flotas mínimas, ninguno ha logrado revertir esta condición que parece consustancial al sector.
Sin embargo, ha sido precisamente desde el ámbito tecnológico desde donde ha surgido la mejor respuesta a este escollo. A día de hoy, las ventajas del Big Data o de la Inteligencia Artificial no están solo al alcance de las grandes corporaciones. Gracias a las plataformas profesionales y los sistemas colaborativos, pymes y autónomos tienen acceso a herramientas punteras sin necesidad de realizar inversiones específicas.
Con este impulso tecnológico, los profesionales del sector del transporte afrontan ya una desescalada que a día de hoy se prevé bastante empinada.
Muriel Moscardini
Directora general de Ontruck en España