El Consejo de Ministros ya ha aprobado el proyecto de ley que reducirá la jornada laboral máxima en España de 40 a 37,5 horas semanales sin afectar los salarios. Esta medida, que beneficiará a aproximadamente 12,5 millones de trabajadores, busca mejorar la conciliación laboral y la calidad de vida de los empleados. Sin embargo, su implementación ha generado preocupación en el ámbito de las pequeñas y medianas empresas, que temen que la reducción de jornada pueda afectar su productividad y viabilidad económica.
Y es que, y según un informe de Cepyme, la reducción de jornada podría tener un coste directo mínimo de 11.800 millones de euros para las empresas, debido al aumento de remuneración por las horas que se dejarían de trabajar. Además, se estima que las pymes podrían enfrentar costes indirectos de hasta 30.600 millones de euros por la producción que se dejaría de generar si no se toman medidas para paliar dicha reducción de jornada. Esto se debe a que las pymes suelen tener menor productividad, rentabilidad y recursos organizativos, lo que les dificulta adaptarse a cambios en el corto plazo.
Además, un estudio de Hiscox revela que el 58,8 % de las pymes y autónomos considera que la medida no será beneficiosa para su empresa. Entre las razones principales, el 40 % cree que no se ajusta al perfil de la empresa y el 17,1 % considera que la productividad descenderá. Solo el 31 % de las pymes cree que la reducción de jornada beneficiará a su rendimiento y productividad.
Para mitigar el impacto de la reducción de jornada, las pymes podrían considerar la implementación de medidas como la reorganización de tareas, la contratación de personal adicional o la adopción de tecnologías que aumenten la eficiencia.
En definitiva, la reducción de la jornada laboral a 37,5 horas semanales sin pérdida de salario es una medida que busca mejorar la calidad de vida de los trabajadores. Sin embargo, su implementación plantea desafíos significativos para las pymes, que deben equilibrar la mejora de las condiciones laborales con la necesidad de mantener su viabilidad económica. Es esencial que el Gobierno y las organizaciones empresariales trabajen conjuntamente para encontrar soluciones que permitan una transición equitativa y sostenible hacia esta nueva jornada laboral.