Se suele decir que las pymes son como las familias, en parte debido al origen de muchas de ellas con un cabeza de familia y unos sucesores, y en parte debido al vínculo, cercano y horizontal, que, por norma general, se establece entre los empleados. Aunque un ambiente de trabajo cohesionado es vital para favorecer un buen clima laboral, no lo es todo.
El roce no siempre hace el cariño y las pymes no son ni mucho menos inmunes a los riesgos psicosociales como el estrés, que afecta a la nada desdeñable cifra del 60 % de los trabajadores según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el burnout (síndrome de desgaste profesional), o la fatiga física o emocional. Es por ello que también las pequeñas y medianas empresas necesitan invertir recursos para prevenir unos riesgos que pueden provocar una caída considerable en la productividad de la empresa y generar un gran malestar entre la plantilla.
Las pequeñas y medianas empresas constituyen el 99 % del tejido empresarial de España, y es en ellas donde se ocupan la mayor parte de los trabajadores en nuestro país, en torno a 10 millones de personas, de ahí que sea radicalmente importante que se se ponga el foco en la salud psicosocial de sus trabajadores y se persiga su satisfacción laboral. Al fin y al cabo, son el motor de nuestra economía y si el motor falla, la máquina no se mueve.
No es, por tanto, necesario ser una gran empresa para empezar a poner en marcha programas que pongan en el centro las emociones y la seguridad de nuestros empleados con el objetivo de reducir el estrés y la fatiga (que causan bajo rendimiento, absentismo o bajas) y mejorar el bienestar de nuestros colaboradores, contribuyendo a un aumento de la productividad de la empresa. De hecho, es en las medianas y pequeñas empresas donde más impacto tiene cubrir una baja por ansiedad o gestionar el bajo rendimiento de una plantilla fatigada.
Diversos estudios indican que algunos de los factores que causan estrés entre los trabajadores son la influencia del líder, en resumen, las habilidades duras y blandas de los directivos o superiores; la falta de cohesión entre los trabajadores y los valores de la empresa; y el clima organizacional, que comprende la percepción del espacio de trabajo por parte de los trabajadores. La buena noticia es que todos ellos son factores que pueden ser abordados dentro de la propia organización.
En primer lugar, es importante tener en cuenta que los recursos humanos de una pyme son limitados y están especializados en la actividad de la empresa y, por lo tanto, para llevar a cabo un proyecto de prevención de riesgo psicosocial, se necesitará de ayuda externa profesional. Una inversión que, sin embargo, tiene un retorno evidente: es más costosa la resolución de un conflicto laboral que evitar que este se produzca, y esto solo puede conseguirse con una detección temprana.
Resulta esencial evaluar el estado psicosocial de nuestros trabajadores antes de poner en marcha medidas de prevención. Desde las tradicionales encuestas de clima laboral hasta programas más sofisticados como apps para monitorizar el estado de salud emocional de toda la plantilla o herramientas para evaluar el riesgo psicosocial, son muchas las opciones con las que cuenta una pyme para realizar un diagnóstico de su salud psicosocial. Las nuevas tecnologías, además, han democratizado el acceso a algunas de estas herramientas.
Beneficios para las pymes
Solo mediante un diagnóstico profesional y concienzudo podremos profundizar en qué está provocando un conflicto laboral en nuestra empresa. Diferentes herramientas, como las mencionadas anteriormente, pueden acabar por poner nombre y remedio a aquello que está haciendo que nuestra plantilla se muestre agotada o que nuestros números se hayan resentido respecto al anterior ejercicio fiscal.
Varios de los beneficios de llevar a cabo programas de salud psicosocial en nuestra empresa son el aumento de la productividad, la reducción del absentismo y las bajas, la retención de talento, la mejora del clima laboral, un mayor cuidado de la salud mental de los empleados y por tanto de su satisfacción laboral e incluso, la diferenciación respecto a otras empresas competidoras que no implementen este tipo de programas.
La pandemia del Covid-19 ha supuesto un cambio de mirada respecto a la salud emocional de los trabajadores, que hoy se tiene más en cuenta, sin embargo, no debemos dejar que pase de moda con la instauración de la normalidad. El estrés, la fatiga o el burnout son amenazas reales que pueden llevar a nuestra pequeña y mediana empresa hasta la extenuación.
La entrada en el mundo laboral de modelos flexibles, como el teletrabajo, o la vuelta a la presencialidad, tras la estabilización de la pandemia, han sembrado incertidumbre entre los trabajadores españoles y está por ver cómo será la convivencia entre ambos modelos. El escenario de guerra en Ucrania, la inflación y una posible recesión en Europa podrían contribuir al pesimismo e inquietud respecto al futuro económico.
En un contexto de grandes cambios debemos estar alerta, la pyme debe darse cuenta de que cuidar de la salud psicosocial de sus empleados es garantizar la supervivencia de su empresa y que, para ello, necesita dedicar esfuerzos, recursos y presupuesto a programas de diagnóstico, prevención y seguimiento llevados a cabo por profesionales.
Anabel Fernández Fornelino
CEO de Affor Health