Hace unas semanas hablábamos del fenómeno de la gamificación o ludificación para conseguir fidelizar a nuestro clientes o mejorar el ambiente en nuestra empresa. Alfredo Lagunar, gerente de innovación de altim, enfoca esta estrategia para mejorar el rendimiento de nuestros equipos de trabajo.
¿Quién no ha estado alguna vez “enganchado” a algún juego, ya sea del móvil, del ordenador o incluso de alguna consola? A la mayoría de nosotros nos ha pasado. Los juegos, y más aún ahora los videojuegos, tienen un componente psicológico que incita al jugador a volver una y otra vez. Las tareas que se realizan en estos son diversas y no siempre son divertidas, muchas son puramente mecánicas. Sin embargo, a los usuarios les gusta ya que obtienen algún tipo de recompensa “virtual”.
Las personas, en su vida real, se enfrentan muchas veces a situaciones laborales del día a día en las que también tienen que realizar tareas que pueden ser aburridas o tediosas, por lo que… ¿Y si lográsemos que estas personas vieran su trabajo como un juego? Todos somos conscientes que no hay mejor herramienta de trabajo que un empleado motivado. El concepto formal de gamificación es precisamente éste, utilizar elementos y técnicas de diseño de juegos en entornos que no lo son, en este caso, en un proceso productivo en una empresa. La gamificación, además, puede ser interna o externa, dependiendo del grupo al que vaya enfocada, siendo los empleados de la empresa para la primera y los clientes para la segunda.
Los beneficios son los propios de tener a los empleados “enchufados”. Los procesos, en definitiva, se optimizan, ya que los empleados ponen todo de su parte para conseguir la recompensa que se encuentra tras cada una de las tareas que ha de realizar. De hecho, ciertos estudios han demostrado además que incluso disminuye el absentismo laboral.
A la hora de plasmar este concepto en la realidad hay que pensar como un diseñador de videojuegos ya que la meta es conseguir que los jugadores (empleados, clientes, alumnos, etc.) encuentren la dinámica atractiva. Por esta razón, la nota negativa es que no todos los procesos de una compañía son gamificables. Según los gurús de la gamificación, Kevin Werbach y Dan Hunter, los elementos de que disponemos a la hora de construir un sistema gamificado se pueden englobar en tres categorías que decrecientemente en abstracción son:
- Dinámicas: es el nivel superior de abstracción y es donde se definen las restricciones, la narrativa, la progresión del jugador, etc. Se trata de conceptos que definen, pero no entran nunca a formar parte del juego.
- Mecánicas: definen las cosas que ocurren en el desarrollo del juego, como son los desafíos que debe realizar el jugador, elementos de azar, elementos de cooperación o competición entre jugadores, recompensas, transacciones entre jugadores, turnos en caso necesario y estados de victoria. Es decir, la regla que declara a un jugador o grupo de jugadores como vencedores con respecto a los demás jugadores.
- Componentes: son los elementos con los que los jugadores interactúan directamente, como los logros, los avatares de los jugadores, los emblemas, las misiones, los niveles, las tablas de clasificación, los puntos, los equipos, etc.
Todos ellos son piezas opcionales que pueden formar parte de un proceso gamificado o no. De cara a los entornos SAP, existen de servicios de gamificación desde la plataforma HCP (HANA Cloud Platform). El servicio de gamificación de SAP dispone de potentes herramientas analíticas para dar soporte a los conceptos introducidos anteriormente como es la gestión de reglas de juego, constantes temporales, misiones, puntuaciones de los jugadores, emblemas, etc., mediante herramientas de desarrollo que dotan al entorno de máxima flexibilidad.
Por todo ello, podemos afirmar que la gamificación puede ser una magnífica herramienta para todas aquellas empresas que quieran crecer y diferenciarse en el mercado, aumentando la eficiencia, el compromiso y la motivación.