El anuncio de la multinacional Alcoa del cierre de dos de sus tres fábricas en España, asfixiada por el incremento del coste de la energía en nuestro país, pone de manifiesto hasta qué punto la industria española está perdiendo competitividad. Alcoa ha hecho público que el precio de la energía eléctrica supone a la empresa hasta un 40 % del coste de la producción de alúmina y aluminio, independientemente de que ha recibido alrededor de mil millones de euros en los últimos diez años para rebajar su factura eléctrica y que en la actualidad abona cuatro céntimos por kilovatio/hora, cinco menos que el resto de la Industria. El resultado: el desmantelamiento de las fábricas localizadas en A Coruña y Avilés y 700 familias en paro.
El sistema de subasta de interrumpibilidad eléctrica, herramienta de gestión de la demanda que retribuye a empresas por desconectarse del sistema eléctrico en caso de necesidad, parece que ya no basta a las Industrias electro-intensivas para seguir siendo competitivas.
Preocupación
Y la preocupación por las constantes subidas de los precios de la energía no para de crecer, máxime cuando los expertos ya prevén que en 2019 no dejarán de subir. El dramático escenario que estamos viendo en el mercado eléctrico muestra, por un lado, que el precio es caro y responde a la realidad a la que tiene que hacer frente la generación.
Es imposible eliminar el impacto de tener un Brent en 80 $/barril, un carbón a 100 $/ton, un gas por encima de los 27 €/Mwh y las emisiones por encima de los 20 €/Mwh. Por otro lado, aun teniendo en cuenta el precio alcista de las materias primas, existiría la posibilidad de estar disfrutando en este momento de un precio que podría ser más ajustado si el comportamiento de la hidráulica estuviera siendo diferente.
Es cierto que la gran hidráulica está en manos de empresas privadas, pero no deja de ser una concesión de un bien público como es el agua. Quizás debería ser considerada como una alternativa para mitigar el estropicio que puede llegar a suponer la consolidación en el mercado de estos niveles de precios hasta que llegue, si es que llega, la reforma del sistema de casación de precios.
¿Qué pueden hacer las empresas?
Mientras tanto, ¿qué pueden hacer las empresas para optimizar el coste de la energía y frenar en la medida de lo posible su falta de competitividad? Gestionar de forma profesionalizada la energía y los riesgos asociados a su compra, lo que les permitiría contar con la información más actualizada sobre la situación de los mercados y las posibles oportunidades de compra que se presenten a través de políticas comerciales por debajo del mercado.
De hecho, observando los mercados de electricidad en España durante las últimas semanas, septiembre ha vuelto a dejarnos un mercado diario en máximos y un OMIP manteniéndose en cotas históricas, que se resiste a cotizar para el año 2019 en valores por debajo de los 60 €/Mwh. El foco continúa centrado en el precio de materias primas como el carbón y gas, la inestabilidad del Brent, el rally de los derechos de emisiones de CO2, la componente estacional y por supuesto el comportamiento de la gran hidráulica, que sigue marcando los precios en casi tres cuartos de todas las horas del mes.
Tendremos en los próximos meses que seguir muy de cerca las repercusiones que tiene en el mercado la entrada en vigor en noviembre de las sanciones a los productos petrolíferos a Irán, la evolución de la guerra comercial, la renovación o no del acuerdo OPEP+ que finaliza en diciembre de este año y la producción venezolana.
Como podemos constatar por la coyuntura expuesta, la complejidad de los mercados de la energía y sus precios hace aconsejable que las empresas cuenten con apoyo externo de consultoría de energía, si quieren tomar las mejores decisiones, ahorrar y seguir siendo competitivas. El sector químico, industrial, automoción, alimentación y farmacéutico, son los que más podrían beneficiarse de esta optimizando de costes.
Javier Díaz
Responsable del área de consultoría de Energía en Ayming