La semana pasada hablábamos de profesionales obsoletos, pero existe un problema mayor y, ese, es un CEO “desconectado” de la revolución social en la que vivimos.
Facebook, Instagram, Twitter, Google+ … Podríamos continuar con la lista de redes sociales, podríamos hablar de la revolución que han tenido en Internet y de cómo han cambiado el panorama del marketing y, por lo tanto, también el empresarial. Sin embargo, nos vamos a centrar en el problema de no querer asumir un cambio como este.
La situación es la siguiente: profesionales que no han nacido con las redes sociales, pero sí han crecido con ellas. Están tan acostumbrados a usarlas en su día a día que, lo más normal, era que también comenzasen a utilizarlas en su vida laboral.
El resultado: profesionales que comparten su trabajo entre cientos de amigos y seguidores, convirtiéndose en prescriptores y dotando de un reconocimiento a su empresa, y a su marca, que hace tan solo 30 años no podíamos imaginar.
Si hace algunos años se escuchaba aquello de: “Si tu empresa no tiene una página web, no existe”. Ahora, la frase termina igual, pero comienza con “si tu empresa no tiene presencia en redes sociales…”.
Debido a esta revolución social, han surgido nuevas figuras y nuevos puestos de trabajo orientados exclusivamente a mejorar la presencia de las empresas en estas redes, a captar clientes a través de ellas, a vender… No discutimos que este auge sea temporal, pero de momento las redes sociales son una herramienta imprescindible paras las empresas y los profesionales más jóvenes lo saben.
¿Qué ven los más mayores en esta revolución social?
Facebook: un patio de marujas
Twitter: demasiada información
Youtube: videos de gatitos
Linkedin: un sitio donde la juventud pone su curriculum a ver si hay suerte
Google+: ¿Qué demonios es eso y por qué tengo cuenta?
En definitiva, un afán de los más jóvenes por tener la cabeza metida en el teléfono móvil las 24 horas del día y por compartir cada detalle de su vida de la forma más pública que puede ser posible.
No decimos que todas las personas de más de 50 años piensen de esta forma, pero sí existe una amplia mayoría que, además, está verdaderamente preocupada por la cantidad de información personal que se comparte a través de estos canales. Son aún muchos los que no quieren asociar un nombre real a una foto en Internet y, mucho menos, en el perfil de una red social, que no comprenden por qué gente a la que no conocen les empieza a seguir o que su información personal quede “flotando” por la red y la pueda recopilar cualquiera. He de reconocer que no les falta razón y que, tal vez, deberíamos desconfiar un poco más de las redes sociales, pero ahora mismo o entras en el juego o no eres nadie.
El problema que se plantea es la confrontación entre herramienta imprescindible y moda pasajera, aliñada con altos niveles de riesgo para la seguridad personal y empresarial. Mientras los más jóvenes ven en las redes sociales un aliado para impulsar las empresas, los más mayores – y por lo tanto los que suelen estar al mando – ven algo con un auge desmesurado y que, como todo lo que sube, más tarde o más temprano, tendrá que caer.
La amplia mayoría de las pequeñas y medianas empresas españolas están a cargo de profesionales que superan los 55 años. Estos CEOs tienen la percepción de que las redes sociales son una moda con un progresivo deterioro que, tras su desaparición, supondrá haber donado voluntariamente demasiada información, que continuará perdida por Internet una vez, éstas, hayan desaparecido.
Pese a todo, han aceptado que se abran perfiles de empresa en casi todas las redes sociales conocidas, pero…
¿Quién abre estos perfiles y quién los controla?
Generalmente se deja en manos del más joven y del que más experiencia tiene en estos canales porque se dedica a mirar el móvil 24/7, pero una vez más se incurre en un grave error. Las redes sociales no pueden estar en manos del último que ha llegado a la empresa porque no la conoce en profundidad. Aunque sepa compartir, retuitear o etiquetar cada una de las publicaciones, su trabajo no será tan efectivo como el de alguien que comprende la filosofía de la empresa y atiende a un plan de marketing para dotar de mayor visibilidad a la marca. La premisa es la de siempre: para hablar de algo hay que saber de qué estamos hablando. Esto se acentúa si, además, queremos vender ese “algo” o convencer a alguien con nuestros argumentos.
El error en el que suele caer el CEO, en estos casos, es que no le da la importancia que debería darle a este tipo de canales. No los ve como una herramienta de trabajo, sino como zonas de ocio donde se comparte de todo un poco. En ningún momento comprende el potencial que pueden llegar a alcanzar y cómo pueden repercutir de manera muy positiva a su empresa. No vale solo con estar en las redes sociales, tener un perfil y dejar que críe telarañas virtuales, hay que actualizarlo.
Los perfiles sociales podríamos compararlos con un escaparate. ¿A que a nadie se le ocurriría montar un escaparate y dejar que se acumulase el polvo, las telarañas y que los productos quedasen envejecidos por el sol o la humedad? Todo el mundo limpia los escaparates, renueva los productos, pone ofertas interesantes y trata de atraer al público que pasea por la calle para que se paren delante del cristal. Pues, las redes sociales son lo mismo, un escaparate al que pueden acceder todos los millones de personas que tienen Internet. ¿Estás seguro de que quieres dejar tu escaparate en manos del novato que desconoce las formas de atraer a tus clientes?
¿Cuál es la mejor manera para comprender las redes sociales?
Puedes hacer cursos de reciclaje, puedes meterte en Google y buscar toda la información que quieras porque hay mucha, pero la mejor de todas las formas es por ti mismo.
Experimenta con las redes sociales, abre una cuenta y explora todas sus posibilidades, esa es la única manera de llegar a comprenderlas al 100%. No solo te serán útiles en el trabajo, sino que te servirá para informarte, para continuar en contacto con otras personas, para compartir cosas y convertirte, en definitiva, en un prescriptor capaz de ofrecer tu producto, dar mayor visibilidad a tu marca y posicionar tu empresa de forma ventajosa. Esto atraerá más clientes y por lo tanto aumentará los beneficios, así que, ¿a qué esperas? ¡Reconecta con el mundo!