Las empresas son un ente vivo, en constante proceso de cambio y adaptación a la evolución no solo de las propias metodologías de negocio, sino también de las tendencias de la sociedad a la que pertenecen y de la coyuntura global. Esa coyuntura se ha transformado radicalmente en los últimos meses a causa de la pandemia.
La covid-19 ha dado la vuelta a muchas realidades establecidas y mantenidas durante décadas, y ahora, ante la sombra amenazante de un posible retorno a la situación vivida, es vital ser consecuentes e inteligentes, tomar medidas para que no nos vuelva a pillar fuera de juego y tener a nuestros equipos preparados para lo que ya sabemos que vamos a necesitar en el nuevo escenario.
El confinamiento de toda la sociedad y el teletrabajo por imperativo ha abocado a las organizaciones a una estrategia de digitalización de negocios, procesos y modelos organizativos. Nuevos canales de comercialización a través de Internet, nuevas metodologías de trabajo mediante herramientas colaborativas, nuevos planteamientos de relación laboral con los empleados, nuevos métodos para la gestión de la incertidumbre a través estrategias de flexibilidad, manejo adecuado de la comunicación y cultivo de la empatía.
Todos estos cambios repercuten, sin duda, en la gestión de los recursos humanos y del talento de los empleados. Las nuevas reglas del juego exigen la redefinición de determinadas competencias y capacidades que garanticen a las empresas que sus plantillas están preparadas para responder a las exigencias de un entorno cambiante y un futuro incierto en el que, como decíamos, lo digital ha ganado el protagonismo al mundo físico. Por ello, una gestión de equipos acertada es clave en el proceso de reorganización y reestructuración que muchas empresas están acometiendo en la actualidad.
Aspectos relevantes
En ese proceso sería recomendable atender a seis aspectos relevantes:
Ajuste de los procesos organizativos. Las nuevas estrategias de digitalización y automatización requieren un ejercicio de dimensionamiento de tareas y procesos, la incorporación de herramientas que favorezcan la máxima eficiencia en estos entornos digitales y nuevos estándares adaptados a diferentes modelos de relación laboral.
Revisión de la capacitación de los empleados. Es importante tener plena consciencia de cuáles son las habilidades y destrezas que poseen los equipos y cuáles serían los vacíos o gaps a cubrir, para posteriormente acometer los correspondientes procesos de reciclaje profesional (reskilling) y capacitación adicional (upskilling) con el fin de tener una plantilla perfectamente cualificada, eficiente y preparada para asumir los nuevos retos.
Nuevos modelos formativos. Para favorecer el cambio o actualización de los perfiles profesionales de los empleados, en la nueva era hay que dar prioridad al denominado uLearning, o ‘ubiquos Learning’, es decir proporcionarles la posibilidad de obtener un aprendizaje online a la carta, para lo que se requiere la revisión de las plataformas y los contenidos vigentes hasta ahora.
Gestión del compromiso. La crisis vivida ha demostrado más que nunca la importancia de cuidar el compromiso de los empleados. Si ya se manifestaba como una de las tendencias clave en la gestión del talento para 2020, hoy las empresas tienen clara la prioridad de promover un mayor nivel de implicación de los equipos con los objetivos y la cultura corporativa para ser capaces de impulsar la transformación de la organización.
Humanización y personalización. Los aspectos personales y emocionales de los trabajadores se han convertido en un elemento esencial a tener en cuenta, en unas circunstancias en las que lo familiar y lo profesional se han fusionado como nunca antes. Por ello, todo lo relacionado con la motivación, la conciliación, la flexibilización, el propósito corporativo y la comunicación interna han alcanzado su máximo exponente.
Inteligencia de datos. Si la analítica de datos o business intelligence ya estaba cada vez más presente en las organizaciones, las circunstancias actuales han propiciado la consolidación de la información como elemento clave en la toma de decisiones, con el objetivo de disponer de todos los datos posibles del negocio para ser capaces de mejorarlo. Es una de las áreas estratégicas que requerirá sus propios perfiles profesionales especializados.
No hay nada que garantice el éxito de un proyecto empresarial, ni tampoco una fórmula matemática que asegure la permanencia o la supervivencia de un negocio en circunstancias adversas. Y si alguien creía tener la pócima mágica, esta se le habrá derramado ante la imprevisibilidad de la actual crisis, diferente a todo lo vivido hasta ahora, totalmente impensable o siquiera imaginable.
El coronavirus nos ha cambiado muchas estructuras mentales. Pero hay algo que nunca cambia: el futuro es de los valientes, de los que no se rinden, de los que apuestan fuerte por mejorar y se esfuerzan cada día por superar las dificultades que se encuentran en el camino, tratando de tomar las decisiones adecuadas para salir airosos de las situaciones. De los que aplican la inteligencia, el sentido común y los conocimientos obtenidos de los éxitos y también de los fracasos a la construcción de su negocio. De los que, como el camaleón, saben amoldarse al contexto sin perder su esencia.
Ahora toca reinventarse. Necesitamos más que nunca a nuestros empleados para superar este reto, y es competencia de las empresas ofrecerles facilidades para que puedan reciclar sus habilidades y seguir contando con su talento, como lo es cuidar su motivación para que se sientan “conectados” con el proyecto.
Ángel Luis Gilsanz
Director de Personas y Organización de Watch&Act